PERIODISMO EN ESTADO PURO
Hubo un tiempo, en el que llegue a pensar, que los buenos periodistas o contadores de historias, habían muerto. Que la telebasura y el periodismo de opinión, había borrado del mapa a los buenos comunicadores. Hasta que hace unos días, no sé si el azar, la fortuna, o simplemente la genial idea de mi editor, de reunir a unos cuantos autores en un Pazo Celta, allá donde Cristo perdió las pistolas, con perdón de la expresión, en un encuentro que amenazaba en convertirse, en algo así como el manual de: como ser escritor y no morir en el intento, cuando Robbert Bosschat y su esposa Concha, se cruzaron en mi camino.
Puede que este nombre, no les diga mucho. Tampoco que les mencione que es un gran experto en Alejandro Magno, es más, casi me da hasta cierto prurito mencionar tal asunto, ya que alguien puede pensar que se trate de un aburrido profesor de historia prepotente y estirado. Pues va a ser que no… Sin embargo, si les digo que pongan cara a un hombre al más puro estilo nórdico: de pelo cano, gran estatura y ojos claros. A un Holandés que recuerda entre otras cosas, de su vida en España, que se encontraba en el puente que cruza a Andorra cuando anunciaron que habían asesinado a Kennedy. Que es un señor, que además de trabajar como corresponsal de un medio extranjero, y ser traductor simultaneo de la CNN hasta su cierre, a lo mejor, empiezan a ponerle cara.
Bien, y si no se la ponen, no importa, yo le voy a poner voz. Evidentemente, sería imposible contar todas las anécdotas interesantes de las que él o su esposa, aun en activo en la Agencia EFE, me contaron aquella noche, pero tengo que mencionar algo, que no voy a olvidar, cuando le comenté mi preocupación por el estilo actual de los medios de comunicación o el contenido de los best sellers, ante lo que él afirmó, con su fuerte acento germánico, adornado por un deje catalán:
-Querida amiga, nos hemos olvidado, de la hermosa frase que resume la esencia de cualquier gran historia, esta es: “Dijo la Señora Condesa: ¡Dios mío!, me he quedado embarazada y no sé quién es el padre”. Piénsalo, incluye la fama, la religión, sexo y misterio.
¡Exacto!, y entonces me di cuenta, que hoy el periodismo en estado puro, ya no solo es importante: quién, cuando donde y porqué, en el siglo XI debemos encontrar historias que contengan además, al menos, alguno o varios de los elementos que Robbert mencionó.
-Gracias amigo-, lo tendré en cuenta para mi próxima novela.
Por cierto, ¿saben algo más que me causó enorme impresión sobre él? Su fascinación, incluso yo diría obsesión, por la importancia de las mujeres que han estado junto a cualquier gran personalidad. ¿Será por la fantástica esposa que tiene a su lado? No lo sé, pero esa, es otra historia
Quién lo sabe... otro día les hablaré de Carmen Amores, a la que le viene su apellido como anillo al dedo, o de tantos otros con los que disfruté de la aventura de dormir una noche en un poblado gemelo al de Vicky el Vikingo, en ese pueblo llamado Aldeacentenera. Sin embargo, la ausencia de grandes comodidades, televisión, radio, o cualquier otra distracción, me hizo pensar en algo que hoy os quiero recordar, estad atentos a vuestro alrededor, para no dejar pasar nunca, la oportunidad de aprender de quienes se cruzan en nuestro camino, aunque sea, de manera breve, pero siempre intensa.