La trastienda del sueño
Es por todos sabido, aunque no siempre se entiende el motivo, que por muy grande que uno tenga el salón de su casa, cuando llegan los momentos íntimos, en familia, con tus amigos o tu pareja, siempre se acaba la charla en la cocina. Lo mismo ocurre en los negocios, o en cualquier lugar. Las reboticas, el cuarto del café o el de las curas, siempre se buscan cuando se complica una reunión importante y no hay manera de reconducirla. Cuantas veces los diputados incluso, cuando no se ponen de acuerdo en las Cortes, han tenido que salir a un reservado de un bar para zanjar un conflicto en vía muerta.
El otro día, compartiendo mesa con otros escritores en un encuentro que tuvimos en Valladolid, fueron muchas las preguntas que nos hicieron los asistentes. Me gustó una en especial, alguien nos interpeló por cómo se gestaba la idea de empezar una novela. Nos preguntó, si existían las musas, la inspiración o algo que se le pareciese.
Una compañera citó a Picasso y dijo aquello de trabajar cada dia y así, cuando llegue la inspiración, que te pille trabajando. Sin embargo, yo reconozco que la cocina de mis pensamientos, está en muchas ocasiones en esos momentos en que uno se mete en la cama, y justo antes de dormir, no sabes por qué, a pesar de estar a punto de dormirte porque estás agotado, las ideas fluyen como locas en mi cabeza. Es lo que yo llamo la trastienda del sueño.
A veces, esta rebotica de pensamientos, suele estar poco ordenada, incluso a veces llena de trastos medio tapados por una sábana que solo deja traslucir su contorno. Se mantiene en penumbra, o con una luz tamizada por miles de partículas de polvo, pero si te esfuerzas, una vez adaptados los ojos a la escasez de luz, empiezas a encontrar pequeños tesoros.
La mayoría de mis novelas, han nacido allí, muchos artículos, capítulos en los que me había atascado…
Es fácil entrar en la trastienda del sueño, pero muy difícil llevarte tus tesoros, por eso, he adoptado la buena costumbre de tener en mi mesita de noche, una libreta y un lápiz para apuntar aquello que se me va ocurriendo, pues muchas veces, el sueño llega rápido y te roba los pensamientos que brotaron minutos antes para siempre. Cuando soy incapaz de encender la luz para tomar nota, abrazo la mejor idea, y la repito mentalmente, una y otra vez, para que por la mañana, al menos mi subconsciente en algún momento, me la recuerde, y no se pierda para siempre, en el cajón de las ideas olvidadas.
Por eso, les recomiendo, cuando no sean capaces de dormir, que se relajen, y poco a poco, investiguen en su propio desván, pues allí no solo se encuentra la inspiración para las artes, sino que muchos problemas, también en ese lugar, encuentran solución, pero deben dejarse conducir despacio, sin prisa, visualizando los pasillos de su mente en la oscuridad, hasta encontrar la salida, quizá esa noche, quizá otra… pero en cualquier caso, no desprecien esos momentos de lucidez, que siempre nos regala, la trastienda del sueño.
Hasta pronto…