A PROPOSITO DE LOS DEBERES
             Me van a perdonar, pero empiezo a estar un poco harta del tema deberes si deberes no. Me hastía tanto como discutir aun sobre igualdad entre hombres y mujeres u otras cuestiones que creo que en el siglo XXI deberían estar superadas.
               Antes de nada, quiero dejar muy claro que lo que aquí expongo, es una mera opinión personalísima, como determinados derechos y obligaciones y que respeto al máximo las opiniones contrarias, pues si algo me ha enseñado la vida es que no existen verdades absolutas, y solo cada experiencia nos dice si la decisión que tomamos en un sentido u otro fue la acertada. Lo malo es que siempre falta informacion al momento de tomarlas.
               Bien, pues partiendo de la base de que soy una defensora a muerte del esfuerzo personal, la disciplina y la necesidad de enseñar a nuestros hijos que como dijo el otro dia el cura de mi pueblo con excelente criterio, “enseñad a vuestros hijos que no hay nada verdaderamente importante que se pueda conseguir rápido, al momento que se desea y sin esfuerzo”, también creo que hay muchas maneras de que nuestros hijos interioricen esta máxima.
               Durante años, me he creido a pie juntillas que el tema de los deberes era una hábito. Si un “habito” como lavarse los dientes después de comer o lavarse las manos antes.
               Un “habito” imprescindible y que había que adquirir desde que se nace, si me apuran. ¿Cómo lo vamos a conseguir después sino?
               Me pasé muchas tardes haciendo deberes con mi hijo, peleándome con el, hasta el punto de que muchos días, cuando me acostaba, después de un arduo dia de trabajo, para los dos, no solo para mi no se crean, pues como todos saben hoy en dia hay mas horas lectivas que laborables para muchos. Bien, pues como decía, me acostaba con la sensación de no heber disfrutado en absoluto con mi hijo, que en esa “custodia compartida”, con la que tengo que lidiar a diario con el Colegio, sus horas, ganan a las mías.
               ¿Y de que sirvieron esas horas que perdí, si PERDÍ, obligando a mi hijo a hacer sus deberes, sentada a su lado como un perro guardian? DE    N A D A. Y lo digo en letras grandes y mayúsculas.
               Con 5, 6, 7 u 8 años como tiene hoy mi hijo, los niños tienen muchas cosas que aprender, son esponjas decimos. Pero acaso alguien sigue creyendo hoy eso de que la “letra con sangre entra”?. Me van a perdonar, pero hay muchas maneras de enseñar disciplina, respeto, orden, trabajo y esfuerzo. Las actividades extraescolares como el deporte o las artes, fomentan estos valores, y permiten a nuestros chicos aprenderlas de manera descansada, sin ser una imposición, y asimilarlas de manera natural.
               Yo no recuerdo haber tenido deberes hasta ser bastante mayor, pero recuerdo muy  bien, lo orgullosa que estaba de llevarme a casa los libros por primera vez con 12 años y presumir frente a mi hermana menor de que ya tenia deberes.
               EN mi humilde opinión y experiencia, nos equivocamos imponiendo la los pequeños a hacer trabajos extras en casa cuando ya están cansados. A veces son mas de las 7 de la tarde cuando llegan a casa…
Señores, yo no me llevo trabajo a casa si no es absolutamente imprescindible, ni a diario, ni mucho menos los fines de semana. ¿Cómo puedo defender que mi hijo que pasa tantas horas en el colegio como yo en el trabajo que los tenga?
               Educar, es sobre todo,  hacer independientes a nuestros hijos, mal que nos pese. Y eso no se logra sentándonos a su lado como policías vigilando sus tareas, estudiando por ellos los exámenes…
               Dicen los expertos que muchos de los puestos de trabajo que ocuparan nuestros hijos en el futuro, hoy ni siquiera existen. ¿Y cómo vamos a conseguir que los alcancen?
Albert Einstein dijo que la imaginación es más importante que el conocimiento. Y la imaginación no se desarrolla a base de reiterar tareas en casa. Lo siento pero no.
               Mi hijo no es desde luego el primero de la clase, ni el más listo, ni el más aplicado, lo reconozco, pero sé que cada tarde que pasamos juntos disfrutando, inventado un juego, haciendo deporte,  compartiendo con él las preocupaciones de la familia, cocinando galletas o viendo la tele codo a codo y comentando las noticias del día a nuestra manera, estoy haciendo que madure un poquito más como persona. Hay hábitos que llegaran con el tiempo, cundo realmente se dé cuenta de que son necesarios y aprecie el valor de interiorizarlos. Creo que son mil las cosas que tengo que enseñarle que jamás aprenderá en la escuela, las cosas de la vida, del día a día. Esa es mi labor para con mi hijo, y me niego a renunciar ni un minuto de los pocos que tengo con él para justificarme ante los demás.
               ¿Soy peor madre por ello? Creo que no.