E-milios. Do you remember??
A punto de cumplirse las 21.000 visitas del blog, (¡¡¡gracias, gracias!!!), se me ha ocurrido celebrarlo echando la vista atras, y recuperando un recopilatorio de e-mails que hice hace muchos años, cuando de repente, Internet, irrumpio en nuetras vidas, y de algún modo, muchas cosas cambiaron. Fijaros como empezaba este libro, y de verdad, que por muchos años que hayan pasado, y muchos Spam recibidos desde entonces, creo que pocos ganan en imaginación lo que circulaba por la red entonces. Hoy anticipo la presentacion de E- MILIOS, pero creo que merece la pena que otros días cuelgue alguno más.
Porque el hombre
se hace viejo demasiado pronto,
y sabio demasiado tarde,
disfrutad de unos momentos de risa que conserven nuestras almas mas jovenes,
y asi no ser demasiado viejos
cuando lleguemos a sabios
PROLOGO
Me contaba un compañero de profesión, que aun tiene fresco en la memoria, el recuerdo de tantas Noches Viejas vestido de gala frente a los viejos cuadernos de cuentas, tratando de cuadrar los intereses que habían devengado a lo largo del periodo, con la esperanza de que ese año llegaría a tiempo de comer las uvas con la familia. Cuentas, que se cuadraban a golpe de lapicero y sumadora, ya que por entonces, y no crean que hace tanto, no existían esos dichosos ordenadores que se supone hoy nos vienen a dar una inestimable ayuda.
Y el caso, es que no debía de ser tan mala época, por lo que cuentan, entre otras cosa,s porque cuando les oigo hablar con añoranza de los tiempos pasados, me doy cuenta que en realidad, nuestros amigos los ordenadores, mas que a ayudarnos, han venido a complicarnos la vida.
Hombre, yo reconozco que pertenezco a esa generación a la que los que hoy andan rozando la cincuentena, nos acusan de pensar como "ellos", y por tanto en mi vida laboral les encuentro imprescindibles; pero haciendo un esfuerzo de empatía tengo que admitir, que sin ordenadores, no existirían complicadas bases de datos; las "cartillas de ahorro" seguirían siendo lo que eran: a la vista o de plazo fijo, y como mucho algún afortunado hasta invertiría parte de su dinero comprando unas acciones de Telefónica, cuyos certificados se llevaría uno a uno a su casita en papel.
Sin ordenadores, no sabríamos lo que son los Swaps, Warrants, Opciones y Futuros, nadie nos llamaría a intempestivas horas de la noche para vendernos a través de eso que se llama marketing telefónico, una olla a presión (porque en el fondo las cosas no han cambiado tanto, solo las formas…), o una máquina que llaman algo así como "catty, nos despertaría de la siesta para encuestarnos sobre quien opinamos que ganará las próximas selecciones.
Pero, ¿qué me dicen de la cantidad de entretenimientos a los que ha dado lugar, ese maravilloso canal que es Internet? Porque, después del descubrimiento de las líneas eróticas y las party lines, nuestros vetustos funcionarios, los más veteranos de la banca y tantos otros que renegaron de las dichosas pantallitas cuando se las impusieron en su trabajo diario, antes de aprender como funciona una hoja de calculo, lo que es la versión 8 del Office ..etc., etc., aprendieron a chatear, buscar información, a bajarse pelis y música (aunque esté muy mal visto) y por suppuesto, a mandarse e-mails.
Y estos últimos, precisamente, son el quid de la cuestión, ósea, de lo que quería yo hablar en este libro: los famosos correos electrónicos.
Cada uno los conoce con un nombre. En mi empresa son los "uululu", versión castellanizada del Outlook, para otros son e-milios, e-militares, emilines y otros tantos.
Se supone, que su utilidad, al menos para las empresas, está en el ahorro de tiempo y costes al conseguir una comunicación eficaz entre todas las personas que conforman la misma. Por ejemplo, que uno quiere cogerse el puente del Pilar de vacaciones, pues en vez de rellenar un formulario, meterlo en un sobre, dirijirlo al Departamento de Personal a la espera junto con otros tantos sobres para que se abra, (si no se ha perdido antes), se resuelva por quien corresponda (si coincide que no está de vacaciones, reunido o vaya Ud. a saber donde o con quien). Como decía, el Jefe de Personal a su vez rellena otro impreso para decir si le concede la fiesta o no, lo mete en otro sobre, con copia para el jefe del empleado que lo solicita, se manda al departamento de quien solicitó las vacaciones, y este lo recibe para el Puente de la Constitución. Osea, tarde.
Sin embargo, el correo electrónico es otra cosa. Cuando uno quiere irse de vacaciones el Puente del Pilar, se pone una crucecita en el formulario prediseñado al efecto e introduce la dirección o numero de usuario de la persona a la que quiere mandárselo, y el ordenador que es muy listo, aunque hemos puesto una dirección como cienpatitos@yahoo.es ó U10132, pues ya sabe que ese cienpatitos o U10132, es un tal Paco Pablo Pérez, Jefe de RRHH de la empresa, que vive en la Cl. Del Anfora 137 de Badajoz, por lo que con un click, el permiso de vacaciones para el Puente del Pilar se manda y te lo devuelven visado en un santiamén.
Pero, si el correo electrónico es tan útil, ¿por qué? últimamente nos llegan constantemente decálogos sobre el buen uso del mismo? Muy sencillo, todo lo que nos hace la vida más fácil, nos ahorra tiempo, y cuando el diablo no tiene que hacer, con el rabo mata moscas...
Y esto es lo que deben hacer muchos en ese tiempo que nos regala el ordenador, que con una tecla nos lo da, y con otra nos lo quita.
¿Quién no recibe, a lo largo de la mañana, vale, vamos a poner de la semana, alguna espantada de moscas?
Yo desde luego, no me atrevo a tirar una primera piedra y además reconozco que algún correo inesperado me ha servido para levantar el ánimo mas de una mañana, por ello, no quiero dejar de compartir esos maravillosos e-milios que algún diablo se ha entretenido en escribir con tanto cariño, con quienes aun no se han subido al carro de las nuevas tecnologías.
Como verán, los hay para todo tipo de gustos y colores, algunos hasta inintencionados, así que, en la medida de lo posible he intentado recogerlos bajo algún criterio que nos permita matar moscas a nuestro gusto. Espero que a más de uno, les arranque una sonrisa después de un duro día de trabajo.