TERCERA SEMANA

Hola de nuevo, como para el común de los mortales, que habitan este país, yo también estoy en la tercera semana de confinamiento.

Es verdad, que tengo la suerte, o la desgracia, según se mire, de pertenecer al grupo de personas que aun se desplazan algunos dias a su trabajo para atender las cuestiones más urgentes, y eso, me ha ayudado en ciertos momentos, a hacer mas llevadero el encierro, pero también es verdad que cada vez que voy al despacho y veo la paralización de la ciudad me entra una angustia tremenda...

Hoy habia decidido dedicarme al teletrabajo al 100% desde casa, pero claro, los planes, no siempre salen como uno quiere...

Todo iba fenomenal, me levanté pronto, extendí todos los expedientes que me habia traido y que necesitaban respuesta urgente sobre la mesa, y cuando llevaba una hora entregada en cuerpo y alma entregada a mi trabajo, hasta haber olvidado que estaba recluida en casa, todas las actualizaciones del mundo decidieron bloquear mi ordenador.

¡Maldita sea!, pense mientras intentaba esquivarlas, pero fue imposible, en algún momento, me acorralaron por completo, así que no me quedó más remedio que rendirme a la evidencia, y continuar el dia entreteniendome con labores propias del hogar.

Como estaba segura que el ordenador tenia para rato, (tras media hora de espera solo llevaba un 5% de actualización), decidí tomarme las cosas con calma. A fin de cuentas, ¿qué prisa tenia? 0 juicios a la vista.

No si prisa ninguna, pero ¿Y que necesidad tenia yo de hacer otras cosas? Como por ejemplo escribir este artículo. AH! Ya, que no podia, que el ordenador se me habia petado...

El caso es que ayer por la tarde, ya venía yo con ganas de darle vuelta a un tema que sacó Julia en la Onda, sobre los estragos que ya estaba haciendo la falta de peluqueria, y los apaños que cada uno utilizaba para disimular las canas, el pelo mas largo de la cuenta, mechas caidas, y otras faenitas que nos suele hacer la melena cuando está falta de atención.. pero mira por donde, me he dado cuenta que muy por encima de esa preocupación, está la de rellenar el tiempo para los que estamos acostumbrados a una actividad frenética, así que como iba diciendo, que veo que me estoy desviando del tema, me puse manos a la obra con mi lado "femenino".

Espera, que me estoy metiendo en otro berenjenal de aupa, porque como llame lado femenino a lo de darle caña a la cocina se va a armar la marimorena, pero verán, si algo me tiene aburrida en esta crisis del COVID, es el lenguaje inclusivo forzado, los feminismos fuera de tono y todas esas mamarrachadas que los podemitas han convertido en su seña de identidad, y que a mi, con su permiso, no me identifican para nada.

Bueno, polemicas aparte, si algo nos ha hecho esta crisis, es volver a los años 60-70 en muchos sentidos, y de algún modo, los roles han salido a la luz en las familias más que nunca, porque no nos engañemos, por mucho que queramos disfrazar la supuesta igualdad con papel de celofán o marketing (que en definitivas cuentas es lo mismo), lo cierto es que cuando los genes, y la situación lo propicia, volvemos al momento de IGUAL-DA.

Seamos sinceros, o mejor, seamos sinceras, y no voy a entrar en la polémica sobre los hábitos masculinos en estas situaciones... ¿tu, que has hecho? ¿Cuanto tiempo del que nos han regalado en casa, has dedicado a ponerte guapa, hacer gimnasia, o simplemente a leer todas las chorradas que te llegan al wasap? ¿Y cuanto has dedicado a colocar armarios, a limpiar esquinas o preparar esas recetas que hace tanto tiempo que no cocinabas, mientras tu marido se parte el culo poniendo a todo trapo memes de pedos y otras gochadas que vuelven locos de la risa al sector masculino...?

Empezaré yo entonando el mea culpa: y confieso que conforme iban avanzando los dias en casa, el tiempo dedicado al trabajo profesional y mi propio cuidado ha ido caido exponencialmente frente a las labores del hogar hasta alcanzar hoy límites preocupantes.

Si, con la caida de linea del ordenador, llegó la desesperación, y con la desesperación, la cocina invadió por completo mi espacio vital, y cuando me di cuenta, tenia puesta al fuego, si al fuego, no en la vitro, una fabada a fuego lento, un bizcocho en el horno y mermelada de frutos rojos en la termomix.

En estas estaba, cuando de repente, todos los sentidos, embotados de tanta demanda, tanto juicio y tanta IGUAL-DA, empezaron a absorver los olores de la casa, mi radar, detectó las manchas de harina en la barra, la pila llena de cacharros e incluso cierto gesto de satisfacción en mi cara.

¡Socorro!, huelo como Laura Engels, y temo que mi marido entre por la puerta en cualquier momento ataviado con un sombrero de paja  diciendo ¡tengo hambre mujer!!!

¿Me habré vuelto loca?, pensé en un momento de cordura, mientras mi hijo pasaba la lengua por la tapa del robot de cocina rechupeteando los restos de mermelada.

¿Tendré que escribir en lo sucesivo mis artículos al mas puro estilo Elena Francis?

Cálmate Maria, me dijo mi yo más racional,  solo es la maruja que llevas dentro que se ha desatado... Trata de frenarla y repite conmigo, coser un botón, puede empoderar a las mujeres, pero unos tacones de aguja y una capa de rimel, empoderan mucho más.

Así que con vuestro permiso, me voy a duchar, a quitarme el pijama y a ponerme mona antes de comer, y por la tarde, una buena sesión de pilates para poderme comer sin remordimientos la fabada, el bizcocho y la mermelada, ¿que para algo lo he hecho no?

Y repetid conmigo cuando os entre el ataque de locura, hay vida más allá del coronavirus, hay vida más allá!!!

Y nada, a seguir cocinando, o lo que se os ocurra, falataria más...porque no nos engañemos, en los tiempos que corren, no está la cosa para tonterias, así que cada uno que pase el tiempo como mejor le parezca, y ya que para muchos será en familia, pues a mimarnos, que tampoco está de más, que ni es pecado, ni nos quita un apice de feminidad.

Feliz martes.