Novata. Final capitulo XII
SOBRE ESE TRASTO LLAMADO FOTOCOPIADORA: No te asustes, es más fácil que manejar el mando de la tele. ¿Frustrante?, seguro. Todos hemos pensado en algún momento de nuestras vidas, a punto de sollozar -¿Y para eso me he sacado yo una carrera?-. Por los patucos del Niño Jesús , que yo acabo de hacerlo.
Pero tranquilos, esto es solo como cuando uno entra en la tuna teniendo quinto de piano terminado y te ponen a sujetar la capa del jefe de la tuna que tiene menos oído, que el mono Amelio para tocar la bandurria, y aun así es solista solo porque lleva más de ocho años en el grupo. Vamos, una joya ese jefe de tuna, que además de pésimo músico es de lo mejorcito estudiando, un lumbreras diría yo.
No preocuparse, que antes o después llegará alguien más novato que tú que te permitirá darte el gustazo de enseñarle a manejar la fotocopiadora y dedicarte a otros menesteres.
Por el momento, intentad organizaros a la hora de pasar las páginas, y si te haces un lío, pues a volver a empezar. Que se atasca la jodía maquinita o se pone a echar papel como una loca, no hay problema, cada bicho de estos tiene su truco y antes o después aprenderás dónde debes darle la patada para que funcione correctamente.
FAX: Sigan los mismos consejos que con la fotocopiadora.
INGENTE CORREO: ya hemos hablado de los peligros intrínsecos de esta actividad, así que, una vez superada la fase de posible intoxicación por “goma de pegar postal”, solo me queda decirles que en los manuales de “la perfecta secretaria” existen infinidad de trucos para preparar y pegar a la vez dos o tres mil sobres con gran facilidad y en un tiempo récord, así que no dejéis de consultarlos que os ahorrará mucho tiempo.
Yo, como tengo la secretaria en casa, porque mi señora hermana es nada menos que secretaria internacional, me salté lo de buscar los manuales, y con unas clases prácticas y el rodillito de mojar que había en la oficina por todo material, estaba lista para atacar toda la correspondencia que hiciese falta.
-¡Gracias, gracias y gracias!, nena, porque no veas tú lo rollo que era ir ensobrando una por una tanta carta, hermanita
Sigamos con otros consejos prácticos.
EL MONJE NO SOLO HA DE SERLO SINO TAMBIEN PARECERLO: y no me refiero al aspecto físico únicamente. Esta muy bien tener unas ojeras que denoten lo poca que dedicamos a dormir debido las horas extras trabajadas. O adelgazar un poco para que vean el gran estrés al que estamos sometidos, incluso el brillo de una incipiente calva puede ser útil en este “vestir al monje”. El problema es que todos estos cambios físicos se pueden atribuir a innumerables circunstancias que incluso podrían volverse en nuestra contra, el famoso - debe estar enamorado -, por ejemplo. Es por ello, que ésta es una faceta que hay que atacar de lleno con la acción, o la no acción, según los casos.
No voy a ponerme a explicar todos mis trucos, pero la imagen del sufrido trabajador podría resumirse en estos tres mandamientos:
I. Si tienes mucho trabajo, que se note, y si no lo tienes que no lo parezca.
II. Si un cliente está contento con tu forma de hacer las cosas, que se sepa.
III. Si dominas un área del trabajo diario que nadie más lo hace, que no aprendan.
Con estos tres mandamientos, creerán que trabajas como un loco, que además de ello, los clientes están encantados contigo y además eres imprescindible.
Y además, seguramente te evitará tener que trabajar como un loco de verdad, atender a tus clientes fuera de horas de trabajo y ganarás el protagonismo e importancia que te da, saber algo más que tus compañeros.
Claro que todo esto solo sirve para quienes estamos obligados a que nos conozcan para poder ascender en nuestro trabajo, o simplemente mantener el que tenemos, mientras no somos fijos.
Seguramente lo mejor sería poder ser invisibles, porque en ciertas profesiones quienes mejor viven son aquellos de los que no se acuerda nadie ni para lo bueno ni para lo malo, aquellos que como aquel famoso “tonto”, consiguen llegar a jubilarse tras una placida estancia en sus lugares de trabajo. Aquellos de los que nadie habla ni para bien, ni para mal, y así están mucho mejor de salud y tienen una familia maravillosa de la que han tenido tiempo para dedicar mientras trabajaban. Y por supuesto también tendrán una mejor salud que les permita aprovechar el tiempo libre que les ofrezca su retiro, cuidando de sus nietos o viajando por el Caribe, si les place.
¡Ojo!, sí no perteneces a éste último grupo de privilegiados y no tienes cuidado, acabarás trabajando más de la cuenta, dedicando a tus clientes las horas en las que prometiste a tu mujer acompañarla al ginecólogo el día de la primera ecografía de tu hijo, y sin vacaciones, por no haber enseñado a alguien eso que solo, sabes, hacer, tú, en la oficina, y en ese momento no hay nadie que te sustituya.
Resultado seguro: infarto antes de los cuarenta y cinco, o cuando menos una dolorosísima úlcera que te atacará justo en ese momento tan importante para ti, amen de las dificultades para conservar a tu familia unida, mientras acudes a esas reuniones tan importantes para el Director General que te fastidian ir a ver la función de Navidad de tu hijo.
CONCLUSIÓN: No hay conclusión, que cada uno saque las suyas propias. ¡Oye, que no lo voy a decir todo yo! ¿O no saben que lo que mola ahora son los libros interactivos...?
¿EXCESO DE TRABAJO?: Junto al exceso de dedicación del que acabo de hablar, sin lugar a dudas el exceso de trabajo es el mayor mal del panorama laboral actual. Lo de la fotocopiadora, el correo, el teléfono o los paseítos no son más que pequeños contratiempos superables a base de práctica. Pero el exceso de trabajo, eso si que es difícil de salvar.
Algunos jefes, no se han enterado que el día tiene 24 horas, al menos aquí en el planeta tierra, y que por mucho que nos empeñemos, no hay manera de estirarlas. Estaría bien intercambiarlas, y ese día que tenemos más agobio, por ejemplo el lunes, ala, pues que tenga 25 horas, que se las quitamos a la siesta del viernes que lo dejamos en 23 horitas, que para eso al día siguiente es sábado y no tenemos que madrugar y todo arreglado.
¡Pues no!, Que todos los días se empeñan en ser igualitos,¡leche!
Y contra esto, no hay truco ni cuna que lo meneo, así que, cada uno que se las apañe como pueda.
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