-Hola Vicky, ¿Qué bajas y tomamos un café para empezar con lo tuyo?

-Hoy imposible hija, tengo un lio…

-Eso es bueno mujer, que haya trabajo.

-Que va, que tengo el gallinero revolucionado.

- ¿No será por culpa del gallo? Que ya sé que anda por aquí…

        Les aclaro. El gallo, Javi, para los amigos, es un capullo de sobrino que tiene Vicky, que con la cosa de ser hijo de su hermana, aunque más bien podía ser hijo de su tía por haberle puesto otro adjetivo, que cada vez que aparece la lía. Y cuando no aparece, es porque está gorroneando el apartamento que Victoria tiene en Benidorm, por lo que no se sabe, no pudiendo tirarle al mar… si es mejor que esté aquí o allá.

 -Bueno, ya sabes que es un hombretón y las chicas…

-Vicky que soy yo, deja el amor de tía a otro lado. El pollo ese, lo que es, es un vago y un cara, que se aprovecha de ti y de las chicas. 

-El pobre es que ha llevado mala vida. 

¡Y dale con defenderle!, Que todo se sabe, y hoy me han contado en el barrio,  que el gachó no se conforma con sacarle la pasta a su tía,   que además se lía a echarle quiquis gratis a las chicas. Y estás encima se enamoran… ¿Pues no le ha puesto la Nati la cara al bies a la Sole por celos?  Si, si, por celos. Y él se excusa diciendo que solo le está dando un masaje a la Sole porque  tiene contractura da la espalda de tanto trabajar. 

¡Ostras, es verdad!!!, si es que Javi, estuvo trabajando de masajista una temporada en la casa. Eso me recuerda, el susto que pasó un pobre vendedor de cursos a distancia al que Vicky mandó llamar para que el Javi sacase la titulación de masajista. Si es que el mundo es un pañuelo, y el barrio, mucho más.

Todavía recuerdo su cara de angustia contándome que acababa de visitar un puticlub sin querer para vender un curso de masaje. Toda la vida preguntándose por qué el portal del número 36 de las calle de Pablo el Conquistador, digamos, estaba siempre abierto, fuera verano o invierno, para descubrir hoy que era “la Casa del Sol Naciente”, como le gusta llamarla a un compañero  mío.

En fin, que cada vez que hablo con Vicky sobre lo de subir a su casa para lo de la biografía, recuerdo la descripción que este hombre me dio de su casa, y la verdad es que me da no se qué profanarla. Sería como  matar un mito, cómo les diría yo, algo así como ponerle cara a un personaje de novela al que has imaginado de una manera y prefieres no ver nunca en realidad.

Prefiero no ver nunca ese sofá de eskay rojo, pelado por el uso, ni esa salita en la que describía Jose una barra de madera desgastada de tantos litros de alcohol destinada a limpiar su superficie y roma por las esquinas a base de codos empinados.

En fin, puede que sea una romántica, incluso para hablar de putas, pero que le vamos a hacer, a estas alturas de la vida ya no se puede cambiar…