EL SECRETO DE BARLOVENTO. Continua... II

     Hoy he tenido un dia de agarrate que hay curva, y la verdad, es que no tenia mucho humor de darle a la tecla, pero despues de recibir una imagen, de un bloguero con su interpretación personal de lo que pudan ser las ilustraciones de esta historia, he pensado, -nena, manos a la obra, hay que seguir escribiendo, asi que Barlovento continua navegando, ¡claro que continua... no os iba a dejar así...!!!!.

   Gracias Alberto!! Espero más ilustraciones, y seguro que los demás también...

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-¡Malditos gandules, achicad agua más rápido o nos iremos a pique antes de que cante el gallo!

- Es el capitán Jack Seisdedos Stonewell y está muy enfadado. Si consigue arreglar el boquete que tiene el Barlovento, desayunaremos ron, y sino, le pasará por la quilla.

-¿Seisdedos? ¿Pasarme por la quilla? ¿Pero quién me mandaría mí meterme en este lio?- pensé en alto.

- Amigo, le recomiendo que no utilice ese apodo en presencia del Capitan. Le llaman seisdedos porque cuentan las malas lenguas que tiene 6 dedos en cada pie por culpa de un naufragio que sufrió el barco en el que viajaba su madre cuando estaba embarazada de él. Dicen que permaneció varios días a la deriva en el mar de los Sargazos, y que una criatura del mar, se enamoró de ella y la mantuvo a salvo hasta que otro barco la rescató, pero para que nunca le olvidase, hizo que la criatura que llevaba en su vientre tuviese un dedo más en cada pie, como las sirenas que se convierten en mujeres. Es la única manera de distinguirlas en tierra.

-¡Calla estúpido!- le dijo su compañero. –Van a oírte, ya estamos llegando…

El capitán se asomó al percatarse de nuestra presencia. No me lo podía creer. Llevaba puesta una casaca roja con doble botonadura, sombrero de corsario y una espada.

-Bienvenido Maestro- me dijo con su voz ronca. –Ya ve que estamos en apuros… ¡rufianes, lanzad una escala para que pueda subir el Maestro carpintero, diantres!

Agarré la escala y subí al barco que cada vez se inclinaba más hacia el costado más próximo a la costa, el agua entraba a toda prisa, y ya nos llegaba a todos por encima de los tobillos. -Esto no pinta nada bien- me dije. Pero decidí seguirles el juego, y fingir que no estaba atónito por todo lo que estaba pasando, las ropas que llevaba la tripulación o la forma de dar órdenes del capitán.

-¿Qué ha sucedido mi Capitán?- le pregunte a Jack Seisdedos.

-Un maldito troco a la deriva nos ha agujereado el navío en la línea de flotación, no hay manera de impedir que siga entrando agua. Por mucha que sacan mis hombres por la borda, cada vez tenemos la sal más cerca del cuello.

Me acerqué donde los marineros trabajaban sacando agua.

-Tenemos que conseguir escorar el barco al lado contrario del boquete, sino será imposible taparlo. Haga que sus hombres saquen el agua desde el otro lado, su peso hace que se incline aun más. ¡Que la mitad saquen agua, y la otra mitad muevan todos los objetos del barco a babor!- grite por encima de los quejidos de los hombres.

-Esta bien estúpidos-. Grito el capitán,- Ya le habéis oído…

En cuanto todos los hombres y las balas de los cañones se movieron al lado contrario, el agujero que había en el casco del barco, quedó fuera de mar, y dejó de entrar agua.

-Hurra, hurra- gritaron todos.

-NO cantemos victoria aun. Debemos tapar el boquete para poder navegar a puerto seguro. Rápido, lo haremos con las tablas de la cubierta y un barril de pez.

-Señor, la pez está en las bodegas que están totalmente inundadas.

La pez, es una sustancia negra y pegajosa que cuando se seca, queda dura como pegamento, y aísla del agua.

-Pues alguien tendrá que bajar ahí. ¿Quién es el mejor buceador del barco?

- Jim el sordo. De tanto bajar a buscar ostras ha perdido el oído por completo, pero tiene unos pulmones como una ballena.

El hombre que habló se dirigió a Jim, y le explico con signos lo que debía de hacer.

-Dele esta cuerda y que ate con ella el barril. Nosotros le ayudaremos a sacarlo hasta aquí.

 El buceador desapareció entre los miles de objetos que flotaban en la bodega ante la mirada de los demás miembros de la tripulación. Mala Vida, nos alumbraba con una antorcha.

Dejé resbalar la cuerda entre mis manos, hasta que unos segundos después dejó de moverse. Abajo estaba muy oscuro, y no podíamos ver a Jim. Pasaron unos segundos que me parecieron eternos. Quizá Jim había llegado hasta el barril de pez ya. Todos conteníamos la respiración. Estaba seguro que yo no aguantaría tanto tiempo bajo el agua. ¿y si se había enredado con algún cabo y no podía salir?

Entonces, la cuerda dio tres tirones. –Es la señal- dijo Mala Vida. Y todos empezaron a tirar de ella. –Despacio, despacio- decía el Capitán.

Me parecía que había pasado demasiado tiempo. -No puede seguir aguantando la respiración,- me decía. Pero Jim era el mejor buceador del mundo, y tras el barril, apareció su reluciente calva sonriendo por su nueva hazaña.

-¡Ración extra de Ron esta noche para el sordo! – gritó el capitán.

Unos cuantos hombres, habían estado trabajando desmontando algunas tablas mojadas, como yo les había indicado, (quería las que llevaban más tiempo bajo el agua), recordaba, de cuando hacia mis maquetas, que la madera mojada era más flexible, y me permitía moldearla para hacer la forma curva de los cascos de los barcos. Con mucho cuidado, clavé una a una tapando  el agujero. Ahora debemos esperar a que salga el sol para que seque la madera y…

-¡No hay tiempo para eso! Nos cogería la luz del sol fuera de nuestras aguas, y eso sería una desgracia. Debemos llevar nuestro barco al refugio de  Isla Tabarca lo antes posible. Zarpamos en cuanto aparezca la Osa Mayor en el horizonte.

-Pero…-no pude decir más. Pata Pez me dio un tremendo pisotón.

-¿Qué quieres perder la cabeza o volver a nado?- me susurró al oído.

-A nado vamos a tener que volver como no se tape bien el agujero que han hecho en el precioso barco de tu capitán- mascullé.

*        *        *

       No me lo podía creer, mi abuelo había vivido una aventura en el Barlovento. Estaba ansioso por seguir leyendo, pero mi linterna casi no tenía pilas y además alguien se acercaba por el pasillo. ¡Maldición! Apague la luz y en la oscuridad doble con cuidado las hojas que estaba leyendo. Con mucho cuidadito las puse de nuevo en su caja que guardé bajo la almohada. Agudicé el oído, Alguien entraba en la cocina. Ahhhh, se me abrió la boca. Tenía, mucho sueño, no quería dormirme, pero…

Continuará...

Hola a todos, bienvenidos a mi blog

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