UN AMANECER INCREIBLE
Ha llegado el momento de agitar la coctelera con todos los ingredientes que han propuesto los participantes en el taller de escritura, y este es el resultado de la mezcla. Espero que os guste, pero tambien os invito a que creeis vuestra propia historia o que os animeis a continuar con el relato, mis blog esta abierto para publicar vuestro relato.
Feliz semana!!!
UN AMANECER INCREIBLE:
Me siento cansado, muy cansado, veréis, recorrer la vida no es fácil, y mucho menos, cuando decides hacer de la aventura una forma de vida. Fue inevitable, lo contrario habría sido como luchar contra la corriente de un rio cuando se acerca a un gran salto. Podría haber sido de otras formas, pero aquella noche en la selva, cambio mi vida para siempre.
Yo solo tenía 16 años, aun era demasiado bajito para mi edad, pero fuerte como un roble. Por eso, mis padres decidieron que les acompañase a Colombia, querían que conociese a mi abuelo, que después de vivir varios años en Bogotá, se había trasladado a un lugar próximo a la amazonia.
El era un reputado arqueólogo, y desde hacia años, estudiaba en la selva los restos de una antigua civilización que hace miles de años ocupó el país, y que según la leyenda, habitaban una ciudad perdida cerca del Rio Pure, en la que se conservaban enormes secretos sobre los orígenes de la tierra y los dinosaurios sobrevivientes, y curas milagrosas que los antiguos utilizaban solo con las plantas y los venenos de los animales de aquellas tierras.
Sin embargo, nunca llegue a conocerlo, pues a las pocas horas de poner los pies en el país, un grupo guerrillero asaltó el jeep que nos llevaba hasta el poblado en el que habían visto por última vez a mi abuelo.
Se llevaron a mis padres, y al conductor. Yo me había quedado dormido en la parte de atrás tapado con una manta, y cuando mi madre se percató de lo que estaba ocurriendo, me hizo prometer que me quedaría muy quieto, oculto bajo la manta hasta que el peligro hubiera pasado.
Y así fue, como hace años, me vi inmerso en mi primera aventura en medio de la selva amazónica.
Os lo contaré. Tras el asalto, permanecí un montón de tiempo escondido creo, lo cierto, es que perdí por completo la noción del tiempo. Recuerdo que sentía mucho calor, pues al apagarse el motor del jeep, dejó de funcionar el aire acondicionado. Sabia que debía actuar rápido y salir de allí, pues pronto anochecería, y no tenia ni la mas remota idea si otros coches transitaban por esa carretera o simplemente si los secuestradores regresarían para llevarse el coche.
Comencé a moverme muy lentamente, sin hacer ruido. Mire a través de los cristales. Estaba anocheciendo, y las sombras de los altos arboles se proyectaban a mi alrededor. Todo estaba muy silencioso.
Cuando estuve seguro de que no había nadie cerca, salte a los asientos de delante y vi que también se habían llevado las llaves del coche.
Busqué algo que pudiera serme útil, y solo encontré el cuchillo de mi padre en la guantera del copiloto. No había comida, ni equipaje, los secuestradores se lo habían llevado todo. Escondí el puñal en la cinturilla de mi pantalón y salí con cuidado del vehículo.
Cada vez estaba mas oscuro, no sabia hacia donde dirigirme pues el camino por el que circulábamos se estrechaba tanto enseguida, que apenas era un sendero que se cerraba por momentos.
No era momento de tener miedo, y me obligue a caminar. Pensaba en Luis, mi caballo, ¡como me hubiera gustado tenerlo a mi lado en ese momento!. Imaginé que recorría la selva montado sobré él, un fuerte alazán de pelo castaño oscuro, mientras acariciaba la mancha blanca en forma de rombo que tenia sobre su frente.
De repente sentí un ruido a mis espaldas que me sobresaltó devolviéndome a la realidad. Me giré rápidamente, pero no pude ver a nadie. Sin embargo, algo me decía que no estaba solo…
Me adentré en la espesa selva, intentando alejarme de lo que fuera que me acechase, pero su presencia se mantenía cerca de mi. Estaba seguro. Cogí una piedra afilada que encontré en el suelo, y en la otra mano tomé el puñal de mi padre dispuesto a luchar con lo que fuera. Pero de nuevo, desapareció entre las sombras. -¡sal de ahí cobarde!- le grité, -no te tengo miedo-.
Noté moverse unas hojas a mi izquierda, tenia que haberse escondido ahí mismo. Con mucho cuidado, me agache y tomé una piedra del suelo, y en un rápido movimiento la lance al lugar donde había visto moverse la hojarasca y me agache en posición de ataque.
-¡Ayyyy!- grito alguien.
Me quedé atónito, esa voz, parecía la de un niño. -¿Habría sido una alucinación mía?. Lancé otra piedra, y entonces, apareció un mocoso entre las ramas de un arbusto. No tendría mas de 10 años, su piel era muy oscura, como la de los indios, pero llamaba poderosamente la atención su pelo castaño con mechas rojizas y los ojos verde azulados, y llevaba un arco con una flecha a punto para disparar. -¡Me has hecho daño!- me recriminó sin dejar de apuntarme con su arco.
Y a mi me has dado un susto de muerte le dije. -¿por qué me sigues?, además, baja esa flecha, ¿no ves que podrías matarme?.
El niño me miró muy fijamente, había visto mi puñal. Yo lo guardé, para que viese que no buscaba pelea y le mostré mis manos vacías.
-¿Cómo te llamas?- me preguntó cuando por fin dejó de apuntarme con su arma.
-Te he preguntado yo primero- le dije.
-Esta es mi selva-, dijo el chiquillo, y tu no sobrevivirás ni a esta noche sin mi, así que respóndeme.
-Me llamo Jack- cedí. –Alguien ha secuestrado a mis padres y necesito ayuda.
- Entonces no necesitas ayuda. -Me dijo-, solo dinero. Se los ha llevado la guerrilla. ¿Eres rico?
- ¿Pero que dices?- Claro que no somos ricos.
- Pues entonces les matarán.
-Pero ¿por qué?, no han hecho nada, solo hemos venido a buscar a mi abuelo.
- ¿Tu abuelo vive aquí?- me preguntó extrañado.
- Si, yo no le he conocido nunca, pues se vino a Colombia antes de que yo naciera. Creo que estaba buscando una ciudad perdida que se llama Calipsis o algo así, en algun lugar cercano al Rio Pure.
- Entonces ¡Tu debes ser entonces el nieto del viejo Yepanye!
- No no, mi abuelo se llama Héctor- le dije.
- Ya no, él se inició en el rito con la tribu Yuri hace años, y desde entonces solo utiliza su nombre indio. Ahora lo entiendo, los hombres que se han llevado a tus padres, no buscan dinero, tampoco son buscadores de oro, solo como llegar hasta Yepanye y que éste les lleve a la ciudad perdida de Calipsis para robar sus secretos.
¿Tribus, indios, ciudades perdidas?, pero si yo pensaba en mi abuelo como algo así como un profesor chiflado, con su pajarita anticuada y sus lentes redondeadas estudiando viejas piedras con absurdos significados.
-Vamos Jack-, me dijo el niño, -debemos apresurarnos, pronto será noche cerrada y si no nos protegemos, nos comerán los jaguares, además pronto empezará a llover, debemos resguardarnos.
No se porqué, decidí seguirle, supongo que me sentía muy solo, y el miedo a pensar que nunca recuperaría a mis padres, me obligó seguir los pasos de aquel indio de aspecto inquietante a través de la selva mas espesa que podía haber imaginado. Caminamos mucho rato en silencio, hasta llegar a un salto de agua que terminaba en una tranquila laguna.
-Ven me dijo- guiándome hacia unas rocas cercanas, él rodeó una gran piedra que ocultaba un pasadizo que llegaba hasta detrás de la cortina de agua, donde había una pequeña cueva oculta por la cascada.
-Pasaremos aquí la noche.
Entonces, me di cuenta que a su espalda, junto al arco y las flechas, llevaba una tela atada con cuerdas. La desplegó sobre el suelo, y en un momento alzó una pequeña tienda de campaña.
-Vamos entra- , me invitó.
Me parecía imposible que los dos entrásemos en el refugio que aparentemente era muy, muy pequeño, sin embargo, al traspasar el hueco que hacia de puerta, descubrí, una de las primeras maravillas que ese viaje me iba a deparar. La tienda era enorme por dentro, había espacio mas que suficiente para los dos, parecía como si por arte de magia, su interior fuera mucho más espacioso de lo que se veía a simple vista .
El me sonrió y me invitó a sentarme frente a él, una vez acomodado, me dio una fruta deliciosa para que comiese, no me había dado cuenta, pero además de cansado, estaba hambriento. Entonces me dijo: -yo soy Elier Gama Glacier, conocí a tu abuelo cuando solo tenia 5 años. El me salvó la vida, y ahora, debo pagar la deuda que tengo con el.
Estuvimos hablando toda la noche, mientras la lluvia repiqueteaba sobre la lona de nuestra mágica tienda. Él me contó historias increíbles sobre la selva, y aquello que había descubierto mi abuelo, hasta que llegó el amanecer y la lluvia cesó. Entonces, Elier me condujo a lo mas alto de la cascada; un lugar desde el que podíamos ver la selva entera a nuestros pies, y desde el que pude contemplar el amanecer mas increíble que hubiera visto en mi vida hasta entonces, teñido de colores rojos y naranjas que se reflejaban sobre la laguna, cuando un sol como una enorme bola de fuego asomó finalmente sobre el horizonte y que marcó el primer día de mi nueva vida, junto con el que sería mi mejor amigo a partir de entonces, y cuya primera aventura, fue rescatar a mis padres…, pero eso, lo contaré otro día.