MEMORIAS DE AFRICA. ¿Jugando a ser Dios?

Hoy por la mañana, me he desayunado con un nuevo capítulo de la vida de Clara, en  el país que custodia el Arca de la Alianza, como ella misma dice.

Supongo, que para la mayoría, las historias que llegan desde Etiopía suenan muy lejanas, y después de que los telediarios se asemejen más al Caso, que a un Informativo, todos hemos tendido a hacer callo en el corazón.

Sin embargo, me niego a permanecer impasible ante esta realidad, ymenos cuando alguien me lo cuenta en primera persona, y por ello,  quiero contribuir de alguna manera a que la voz de la África más pobre llegue hasta vosotros. Clara, con tu permiso, me he permitido la licencia de resumir un poquito tu carta, pero en esencia, decía así:

Hola de nuevo:

  Muchas gracias por todos los mensajes. Me hace mucha ilusión recibirlos y saber que mantenéis el interés aunque escriba poco, pero no sabéis lo maravilloso que es recibir una carta en un lugar así.

Para los que me piden la dirección postal, aquí esta.

Clara Cantalapiedra
Gimbie Adventist Hospital
PO BOX 228
Gimbie
West Wollega
Ethiopia

            Por cierto, correos aquí funciona diferente a lo que estáis acostumbrados. Si me mandáis una carta o lo que sea, por favor avisadme para estar atenta porque correos no avisa y desde luego el correo no viene a casa, hay que ir a buscarlo. Por otro lado, creo que las dos mujercillas que trabajan en la sucursal de Gimbie se deben de poner tan contentas como yo cuando reciben una carta o paquete del extranjero. Casi como que le da más prestigio a la sucursal, ¡vaya!

            Pero lo que yo quería deciros no es eso. Yo quería contaros lo que pasó el sábado…Aquí las cosas van a una velocidad diferente. Un día pasa algo (o no pasa lo que tenía que pasar, que es más común) y tira por tierra el trabajo de dos. Otro día pasa algo bueno y te sientes “la reina del Mambo”. Como os decía, el fin de semana, nació una niña  con espina bífida. Esta condición en muchos casos es incompatible con la vida porque suele haber alguna otra malformación congénita y eso ya es demasiado para una personita de 2.5kg sin otros medios que algo de oxigeno, un par de mantas y unas ganas extraordinarias de vivir. Gran parte de los niños mueren al nacer en los primeros días  después del parto. De los pocos que sobreviven (la gran mayoría mueren de septicemia porque nacen con la espaldita abierta) la mayoría son parapléjicos y sus vidas estarán confinadas a arrastrarse por el suelo  para desplazarse pues solo, si tienen mucha suerte y sus padres se lo pueden permitir, podrían comprar una silla de ruedas.

Esta niña, que nunca tuvo nombre porque a los bebes no se les da uno hasta que se sabe que van a sobrevivir, para nuestra sorpresa  movía las piernecillas. Aquellos bebes que nacen con mejores perspectivas son referidos a la capital donde se les opera para cerrarles el “agujero” de la espalda. Así que se nos puso cara tonta de alegría a todos y pensamos -¡esta niña sale adelante! Pusimos todos los esfuerzos posibles y los medios a nuestro alcance y esperamos un milagro. Desgraciadamente el milagro nunca llego porque esta pobre niña no fue capaz de mantenerse con vida más de dos días. Demasiadas cosas contra las que luchar. Una vida fugaz donde las haya y demasiado difícil desde el comienzo.

Poco después de que “mi pequeña luchadora” muriera, me llamaron porque otro bebe que había nacido 18 horas antes había dejado de respirar. -Pero ¿qué narices pasa hoy?-,  me pregunto con rabia mientas corro hacia la mesa de metal donde estaba envuelto en un par de chales un bebe mas pálido que una hoja de papel. -¿Alguien sabe que ha pasado?- Pregunto mientras desenvuelvo el paquetito humano. -Paso así, de repente- dijo una de las enfermeras. -¿Puede alguien preguntar a la madre?-. Las pulsaciones unas 50 por minuto, casi como Induráin, el famoso ciclista. Lo que diferenciaba a estos dos era que Induráin llevaba toda la vida entrenando como deportista de elite y aquello era normal para él, significaba para este niño que tenía todos los signos de una deshidratación aguda y sus pulsaciones eran casi un tercio de lo que deberían ser. El obstetra entra en la sala de partos donde yo acababa de comenzar la resucitación cardio pulmonar y rápidamente formamos equipo.

-Yo administro oxigeno, tu compresiones, ¿puede alguien poner una cánula y comenzar fluidos por favor?- dice el obstetra.

 -¿Ha conseguido alguien hablar con la madre ya?- vuelvo a preguntar mientras sigo comprimiendo el pecho de aquel bebe. Cada 30 segundos paramos y evaluamos la respuesta del bebe. Las pulsaciones suben a noventa y parece que el bebe respira de vez en cuando pero como que “se le olvida” y las pulsaciones bajan de nuevo a 50-60 por minuto.

-Este bebe ha pasado la noche en la sala de partos. Nació por cesárea y como no había tiempo, le dieron a la madre anestesia general. Era por la noche y su madre estaba demasiado “grogui” para atenderle-,  dijo una de las enfermeras del turno de día.

 Empezamos fluidos intravenosos preparados para intubar. Una vez que el bebe fue intubado mantuvimos el flujo de oxigeno de manera manual.

- Ponle una dosis de adrenalina, el corazón sigue latiendo demasiado despacio pese a los fluidos-, pide el obstetra.

Mientras administraba los fluidos con la adrenalina pensaba que ni siquiera cuando las cosas van relativamente bien puedes bajar la guardia. Este niño solo necesitaba fluidos para sobrevivir y que alguien le echara un ojo a las constantes vitales para detectar una posible infección según se presentara. La sala de partos debió de estar hasta arriba otra vez y como siempre los bebes son los primeros en pagar por ello. Los dejan ahí, esperando a que la sala se vacíe.

Después de  dos horas y haber administrado suficientes fluidos y glucosa como para revertir la hipoglucemia y la deshidratación, el bebe había recobrado el pulso normal, durante unos minutos, porque enseguida  seguía “olvidándose de respirar”.

 A las 2 horas de mantener la reparación mecánica las manos duelen, ya no encuentras una postura cómoda, te pongas como te pongas. El obstetra dijo entonces las palabras que imaginaba que en algún momento oiría pero que no tenía ninguna gana de oír: -No podemos seguir haciendo esto todo el día. Tenemos más gente que atender. Si no empieza a respirar ahora por si solo ya no lo va a hacer-

 El se marcha a hacer la ronda de pacientes, que ya llevaba dos horas de retraso mientras yo me quedo ventilando (respiración mecánica) al bebe. Durante media hora le pruebo y dejo de ventilar 2 veces. Las dos veces el bebe sigue respirando durante 2-3 minutos y luego para de nuevo. El corazón sigue a los pulmones y también deja de latir tan rápido como debiera. No me resisto, y sigo ventilando. El corazón late con más fuerza y más rápido otra vez mientras me pregunto: -¿Quién soy yo para terminar con la vida de un bebe?-  Por otro lado el obstetra tiene razón. No puedo estar aquí ventilando a un bebe día y noche yo sola. Las enfermeras ya le han sentenciado y ninguna de ellas estaría dispuesta a coger el relevo. Este bebe ha estado expuesto a una hipoglucemia severa y por tanto muchas papeletas para sufrir un daño cerebral que afecte durante toda su vida. También puede que salga ileso de esta. Eso si vuelve a respirar por sí solo…

 Si esto pasara en otro país no habría tanto problema. Se conecta al bebe a un respirador artificial y se espera a ver como evoluciona pero aquí… aquí no hay de eso y la selección natural está a la orden del día.

Después de 3 horas ventilando decido, muy a mi pesar, dejar de ventilar manualmente pero mantengo  el oxigeno tan alto como puedo (4 litros nada más). Mando que traigan a la madre y familiares para informarlos y prepararlos para lo peor. Por aquel entonces el bebe respiraba de manera tan superficial que apenas podía apreciar movimientos torácicos. El latido cardiaco subía y bajaba como una montaña rusa. Y yo, yo intentaba prepararme para el segundo bebe que iba a morir aquel día.

Todos pensábamos que sería cuestión de minutos, pero no fue así. Aquel bebe siguió respirando lo poquito que le daban las fuerzas y por la tarde seguía vivo. Su madre se saco leche que le dimos por una sonda y al día siguiente ¡estaba vivo, respirando, llorando con fuerza y mamando del pecho de su madre! Es increíble a lo que se agarra uno para sobrevivir, tenga la edad que tengas.

Así que al final de aquel día, mi pequeña luchadora murió pero el pequeño luchador sobrevivió y a eso es a lo que yo me agarro con fuerza.

Gracias por leer, otro capítulo más de la “guerra de las galaxias” porque eso es lo que me parece que estoy viviendo. Tengo la sensación de que otros países más desarrollados son en realidad otros mundos y que en este rincón de Etiopía, estamos a años luz de ellos.

Con cariño

Clara

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