Es peligroso desear fuertemente ir muy lejos, pues como Dorothy en el Mago de Hoz, corremos el riesgo de que un tifón, nos arrastre tan lejos, que no podamos regresar.

  Aunque claro, si tenemos en cuenta, la época en la que se ambienta esta historia, es normal, que Dorothy ansiase por encima de todas las cosas viajar lejos de su casa. Hoy,  desde que existe la clase turista, los vuelos low cost, los todo incluido, y todas esas mandangas que han convertido el concepto de viajar en algo cotidiano, cada vez, conocer lugares lejanos es algo más accesible para el común de los mortales y no se si  por la falta de novedad o simplemente,  por la situación de las cosas... este verano, por lo menos  a mí, me ha costado un poco más despegarme de casa.

 ¿O será que empieza a pasarme, como aquella pareja de mujeres entradas en años, que caminando por la calle se quejaban amargamente de la mania que les habia entrado a sus maridos de viajar dessde que se habían jubilado? -Si a mi lo que me gusta es estar en mi casa- le decia la una a la otra con toda naturalidad...

     El caso, es que debo reconocer, que solo tragando millas, uno conoce y hasta aprende algunas cuestiones que desde nuestro "ombligo", nos parecen tremendamente lejanas;  como por ejemplo, que aun existen  lugares en el mundo, donde hombre y naturaleza conviven en paz. No, no es una falacia, ni siquiera un topico.   Este verano he conocido un rio llamado Dos Ojos, un rio subterraneo lleno de Cenotes (o cuevas), en las que puedes sentirte como si hubieras viajado el centro de la tierra, y encontrarte en cuestion de segundos, buceando entre estalactitas y estalagmitas en un estado de conservacion prodigioso. En ellos, la luz del sol, toma un color especial cuando consigue entrar, y los murcielagos forman parte del paisaje.

   Solo viajando, se puede conocer de primera, las costumbres  de pueblos como los Mayas, que lejos de parecer bárbaras a nuestros ojos, y fuera aparte de la coña que ellos mismos tienen recordando que hace unos siglos fueran antopofagos...hoy reinterpretan la prediccion de sus ancestros, como el fin de la Era Maya para el 21 de diciembre de 2012 y por ende, del fin del mundo, como el inicio de una nueva raza de humanos, en el que el respeto a la Naturaleza, estará por encima de todas las cosas, para que el hombre, deje de ser como aquella serpiente que se comia su propia cola para sobrevivir. Piensen en la frasecita, pues tien miga la cosa...

      Yo conocí este verano un lugar llamado Xel-ha (donde nace el agua), en el que se junta el agua del rio Dos Ojos con el del Mar Caribe, donde puedes nadar junto a cientos de especies marinas al alcance de tu mano. Donde en la época de lluvias, puedes sentir el agua caliente sobre tu cara mientras la del rio te llega a hacer tiritar. Un lugar, donde un gran cartel, cuenta los días para que llegue ese 21 de diciembre de 2012, y lejos de temer, que se acabe el mundo, con total tranquilidad explican que despues del último día, llegará el primero. El primero para tener una nueva oportunidad de ser mejores.

   Recorriendo mundo he aprendido que cuando las cosas no salen como se espera, es porque quizá finalmente van a ser mejores de lo esperado, y si al final no ocurren es simplemente, porque aun no es el final...

    Pero también, he aprendido, que por muchas ganas que uno tenga de ir lejos, muy lejos, y por muchas experiencias gratificantes que traiga en mi bolsa de viaje, siempre que regreso a casa, no puedo dejar de pensar en la famosa frase de Dorothy cuando vuelve de la Ciudad Esmeralda a casa de sus tíos en Kansas, y es que, por  maravillosos que sean los lugares que recorremos en nuestra vida: como en casa, en ningún sitio...