Creced, creced, malditos bastardos...

   Esta ha sido una semana un tanto complicada, a pesar de lo cual, he tenido oportunidad de hablar con algunas personas de esas, de las que siempre aprendes algo, de las que después de haber pasado un mal rato, conversar con ellas te da una cierta sensación de paz, de sentirte un poco mejor.

    Tener hijos, es una gran responsabilidad, pero también te obliga a aprender algunas cosas. Estamos tan centrados en desarrolla con exito nuestro papel de padres, en esforzarnos que que comprendan esto y lo otro, que a veces se nos olvida, como escuche recientemente al Señor. Iñaki Gabilondi, que no debemos complicarnos tanto, pues con enseñar a nuestros hijos a decir no y que las cosas cuestan, tenemos la mitad del camino esta andado. ¡Qué gran verdad!!!

   Educar, es hacer de nuestros hijos, ante todo, personas independientes, pero, ¿qué hay de nosotros?, ¿en qué momento podemos decir que nos hemos hecho mayores? ¿Nuestro rol como hijos sigue presente toda nuestra vida también, ¿o no?

    No se la respuesta, sinceramente, pero si que reconozco, que nunca somos ni seremos lo suficientemente mayores, si eso significa haber aprendido todo lo que necesitamos para andar por esta a veces puñetera vida.

      El entrenamiento nunca acaba, y a poco que observemos a nuestro alrededor, podremos ver que cada día hay algo nuevo de lo que empaparnos para seguir creciendo. No siempre es fácil, y cuando algo duele y los sentimientos mandan por encima de la razón, es más fácil alimentar la inquina y el rencor que pedir perdón, o concederlo.

     Podemos vivir obsesionados en un incierto futuro, o peor, anclarnos en el pasado, o podemos decidir, que cada día que termina por duro que haya sido, siempre nos da un motivo para celebrar, como poco, que ha amanecido.

       Podemos seguir mirando de frente  los defectos de los demás, o simplemente, buscar que tienen de bueno, o seguir dejando que las arrugas de un ceño fruncido, forme parte de nuestro rostro del mañana.  Yo sinceramente, prefiero ejercitar una sonrisa frente al espejo cada vez que piense que se me ha olvidado sonreír, hasta que vuelva da hacerlo de forma natural.

      Por ello, no se me ocurre mejor frase para dar inicio a este fin de semana que parafraseando el título de aquella película de Quentin Tarantino, que con su permiso me aplicare yo misma, endulzandola en un CRECED, CRECER, BENDITOS AMIGOS... Pues sólo de esa manera, el día que no estemos, alguien nos recordara como esa persona a la que quisiera parecerse cuando llegue a viejo.

     Feliz fin de semana.

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