CARTA A ARTURO PEREZ REVERTE
Querido Reverte, muchas gracias por su artículo “El cretino de la curva”, publicado el 9 de octubre en el XL Semanal. Solo queria adherirme a su opinión, y decirle que todos tenemos algún hijo de puta similar en nuestra memoria. De hecho, yo tengo la desgracia de convivir en mi pueblo, con un personaje de la misma calaña.
Una, que se traslada a un pueblo, en el que aun hay vacas y ovejas, que aun sacan a pastar a las eras comunales. En un pueblo, el que quedan huertos. Un pueblo, llamdo Azadinos, en el que recalo, para que mi hijo, sepa que las vacas no son moradas y que los tomates y los pimientos crecen en la tierra.
En el que aun, las estaciones marcan los tiempos, y los niños saben que el final del verano, es tiempo de recoger moras. Pero un pueblo en el que también se han criado dos lechuguinos que cada día, cuando llegamos a la curva del Cuatro Caminos a la del Tornero o la de la iglesia, tenemos que agudizar el oído, para saber si ese día, el mamarracho del Citroën azul o su amigo, el del BMW tuneado, entrará cruzado en la chicane, y nos llevará por delante, a nosotros o a nuestros hijos , que aun pasean en bicicleta.
¿Para cuando una campaña de la DGT dirigida a estos elementos?, porque me temo, que con su escasa neurona, jamás leerán ningún artículo que les retrate.
Dicen las malas lenguas, que al pueblo de al lado, ya no van, porque unos vecinos les cruzaron unas traviesas en una zona estrecha y se lo explicaron muy clarito. ¿Debemos en el mío, hacer lo mismo?