20 N
Supongo que por algún motivo los hados se han aliado en mi contra para que esta noche no pueda publicar. Por dos veces, y una vez terminado mi artículo, la línea se ha ido y los he perdido, por completo. Pero no importa, al final lo conseguiré, puede que tenga que ver con esa tozudez mía de levantarme en cualquier circunstancia y aquí estoy de nuevo.
Lo que yo les quería contar, es que este fin de semana, decidí irme al campo, aislarme de las redes, televisiones y prensa en general. Incluso me puse a trabajar en un nuevo capítulo de mis conversaciones con Vicky. Después de una lamentable campaña electoral, en la que los políticos han seguido dando ejemplo de lo que precisamente nunca debieron ser, prefería no oír más, para obligarme de alguna manera, a cumplir con mi obligación como ciudadana y acudir a las urnas.
Pero era imposible, permanecer al margen del 20N, algo flotaba en el aire, ¿ilusión, esperanza? No lo sé, ambas son palabras que quedan demasiado grandes a nuestra clase política. Quizá un cambio puede ser lo que anime a nuestros mercados, o a la prima de riesgo, o a la madre que los parió a todos. Pero a las personas que capeamos el día a día la crisis que nos asola, necesitaremos algo más que un cambio de gobierno para llegar al final, incluso con el hormigueo de pensar que quizá pueda ayudar, aunque sea un poco. Entonces recordé las palabras de Machado, aquel poema que dice: Caminante no hay camino, se hace camino al andar. .. y desde luego, de las conversaciones de despacho, de bar y de trastienda de estos días, me he dado cuenta de algo, que somos muchos los que tenemos claro que nos queda mucho camino por andar, pese a quien pese, somos muchos los que seguiremos luchando. A mi me lo han contado, quienes con más años que yo, que por muy duras que sean las crisis, nunca llovió tanto que no escampara. Puede que algunos no lo recuerden, pero pudimos con la del 72 y la del 90, incluso hay quien recuerda el crack del 27, y aquí están. Y yo pienso seguir estando, porque con mucho trabajo, mas esfuerzo y buenas dosis de ilusión, seremos capaces de enmendar lo que tantos politicuchos de tres al cuarto, la banca (que no los bancarios), y por qué no, cada uno de nosotros en la culpa que nos corresponde, nos ha colocado en tan delicada situación.
Por ello, para cuando mañana, el show haya terminado, y se constate, por si alguien aun no lo sabía, que no hay una fórmula mágica que levante este país, me permito regalarles a cada uno de ustedes una varita mágica llamada trabajo, esfuerzo e ilusión, con la que continuar el camino que aun nos queda por recorrer. Así cuando, con los años, tengan que contarles a sus hijos cómo pasó esta crisis, les puedan decir, que también pusieron su granito de arena.