Operacion Nes II
2
El sol tomaba fuerza a medida que avanzaba la mañana. Poco a poco las nubes fueron desapareciendo mar adentro, persistiendo apenas una ligera bruma sobre la playa.
El Comisario Cortejoso soltó de la correa a su perro, en cuanto llegó a la loma.
El Pastor Alemán se lanzó a la carrera sobre el camino empedrado que recorría la subida hasta la cima de sobra conocido por él.
Le había puesto de nombre Alazán, en honor a la Unidad de Motos de Madrid, que se conocía con ese distintivo entre los demás Grupos. Cortejoso había pasado unos años como Jefe de Equipo y guardaba muy buenos recuerdos de aquella época.
No había más gente en la ladera.
Un poco más adelante le esperaba es Inspector Marcos Álvarez, donde el perro hizo una parada, para saludarle moviendo el rabo amistosamente. El Inspector llevaba una carpeta de cartón de color azul con gomas sin rotular que entregó al dueño del perro en cuanto llegó a su altura.
-Un día precioso – comentó mientras la tomaba en su mano sin darle importancia.
Siguieron caminando hasta llegar a los primeros bancos. Un lugar discreto en el que charlar con tranquilidad.
El aire olía a salitre y mar nueva, teñido de los graznidos de las gaviotas que se mantenían en equilibrio en el horizonte trazando círculos a la espera de una presa con la que desayunarse.
El Comisario se acomodó en el banco y abrió la carpeta que contenía tres sobres tamaño A4.
El primero tenía el logotipo de la Academia de Policía de Ávila. Estaba atravesado por un sello que ponía confidencial.
Cortejoso sacó lo que parecía un acta de las pruebas de actitud física de un examen de ingreso al Cuerpo de Policía, cosido con otros documentos. Lo estudió cuidadosamente.
Después de verlo se dirigió a su interlocutor sin saber muy bien que decir, - una aspirante con mala suerte, una lastima que no midiese un centímetro más.
-¿No te suena el nombre ni reconoce a la chica de la foto?
-Sara Navarro- leyó en voz alta, - francamente el nombre no me dice nada, y la foto… no sé qué decirle, ¿qué parece guapa?. Ahora ve al grano de una puta vez que no tengo toda la mañana.
-Es la mujer de Torres.
-¿El Oficial Torres?
-Si.
-La recuerdo, porque vino un día a buscarle en una motocicleta de gran cilindrada, una Yamaha R1 creo recordar, y también que causó una gran conmoción entre los compañeros de la puerta. Muchos pensaron que era una de las Oficialas que se acababan de incorporar, pero fuera de eso, no recuerdo mucho más.
-Es cierto, no está nada mal la chica…- dijo Álvarez dejando la frase en el aire.
-Ya, y además de andar en moto, y no ser aceptada en el Cuerpo por no dar la talla, qué tiene de especial esta mujer para que estemos hablando de ella en este momento, creo que además su matrimonio con Torres no está precisamente en su mejor momento, mira, ahora que me doy cuenta se más de ella de lo que pensaba...
Álvarez obvio el último comentario para proseguir con su objetivo. -Es Licenciada en Derecho y Economía…, cursó estudios de doctorado en Derecho Penal. Su tesis fue sobre blanqueo de capitales… y es directora de un banco.
-¡No me jodas! – exclamó estupefacto Cortejoso.
-Ya te dije que no todos los directores de Banco tenían barriga y bigote.
-Ya, y supongo que es uno de los ilustres miembros que propones para ese famoso equipo que te has sacado de la manga ¿Has hablado con Torres sobre ello?
-No.
-Pues te va a a inflar a hostias como poco, si por algún milagro esta loca idea tuya sale adelante, ya sabes lo celoso que es de su intimidad y de otras cosas...
-No importa, por lo que habla de su mujer, creo que ella sí que mataría por poder prestar su apoyo en un asunto como el que nos traemos entre manos, además…se de buena tinta que ella estaría por la labor de echarnos una mano. La conozco desde la Facultad…
-Perdona que te lo diga, pero creo que te estás metiendo en un terreno muy pantanoso, además puede que ella sí esté dispuesta a echarnos una mano, pero veremos que dicen los bancos cuando solicitemos su colaboración, por no pensar en los jueces.
-¿Qué tienen que ver los jueces con esto? – Replicó el Inspector con ironía.
-Marcos…no te digo nada que no sepas-, le advirtió con una mirada seria mientras extraía el contenido del segundo sobre. -¿Y esto?- le preguntó desconcertado, viendo un número atrasado de la Revista Fotogramas. Tenía una página señalada con un papel adhesivo amarillo. En ella había un reportaje sobre una superproducción americana que había causado furor en los meses anteriores. – ¿No pensarás contratar un actor también?
-A un actor no. Solo a los tipos que crearon a los personajes de animación que no podían encarnar actores. ¿Sabías que son españoles?
En el reportaje se incluía la foto de los creativos a los que se refería el Inspector.
-¿Les conoces también?- Se sorprendió el Comisario.
-De momento no, pero ya he pensado la manera de contactar con ellos, no será difícil.
-¡Hay que joderse! – dijo su superior revisando el resto de papeles que contenía el sobre.
Mientras, su perro continuaba correteando alegremente en busca de las piedras que le lanzaba Marcos ajeno a la conversación de los hombres.
Cortejoso se levantó y apoyó la pierna sobre el banco para apoyar la carpeta mientras abría el tercer sobre. Señal inequívoca de que se estaba impacientando, calculo Alvarez.
-¿Beltrán de Dios? - Dijo levantando la vista del expediente académico que tenía entres sus manos, - ¿dónde he oído yo este nombre antes?
-Fue premio Nacional de Ciencias el año pasado. Nadie sabe más que él sobre sustancias químicas y su procedencia. Es catedrático de la Universidad de Oviedo. Además de ser una eminencia, en el campo científico, es un tipo realmente excéntrico, lo suficiente como para querer poner sus conocimientos al servicio de la Policía.
-¿Y eso quién te lo ha dicho?
-La verdad es que él mismo me comentó algunas ideas. Le conocí en una cena en casa de un profesor que tuve de Derecho Romano en mi época de estudiante, con el que aun mantengo una excelente relación. También es algo especial, pero verdaderamente es un tipo cojonudo. Merece la pena perder el tiempo con él. Solo tenemos que avisarle cuando necesitemos de sus servicios
-Si tú lo dices…- le respondió con resignación. ¡Alazán!- llamó el comisario a su perro. – ¡Vamos a casa!
Después introdujo de nuevo los papeles que ojeaban en el sobre dando por zanjada la conversación.
- Alberto…, crees…
Él levantó su mano pidiendo un tiempo. Tenía que pensárselo y hacer unas llamadas antes de dar un si.
Enfilaron el camino de regreso, silenciosos, cada uno dando rienda suelta a sus propios pensamientos.
-Al menos no ha dicho no- se dijo el inspector cuando se despidieron en la playa.
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El sol tomaba fuerza a medida que avanzaba la mañana. Poco a poco las nubes fueron desapareciendo mar adentro, persistiendo apenas una ligera bruma sobre la playa.
El Comisario Cortejoso soltó de la correa a su perro, en cuanto llegó a la loma.
El Pastor Alemán se lanzó a la carrera sobre el camino empedrado que recorría la subida hasta la cima de sobra conocido por él.
Le había puesto de nombre Alazán, en honor a la Unidad de Motos de Madrid, que se conocía con ese distintivo entre los demás Grupos. Cortejoso había pasado unos años como Jefe de Equipo y guardaba muy buenos recuerdos de aquella época.
No había más gente en la ladera.
Un poco más adelante le esperaba es Inspector Marcos Álvarez, donde el perro hizo una parada, para saludarle moviendo el rabo amistosamente. El Inspector llevaba una carpeta de cartón de color azul con gomas sin rotular que entregó al dueño del perro en cuanto llegó a su altura.
-Un día precioso – comentó mientras la tomaba en su mano sin darle importancia.
Siguieron caminando hasta llegar a los primeros bancos. Un lugar discreto en el que charlar con tranquilidad.
El aire olía a salitre y mar nueva, teñido de los graznidos de las gaviotas que se mantenían en equilibrio en el horizonte trazando círculos a la espera de una presa con la que desayunarse.
El Comisario se acomodó en el banco y abrió la carpeta que contenía tres sobres tamaño A4.
El primero tenía el logotipo de la Academia de Policía de Ávila. Estaba atravesado por un sello que ponía confidencial.
Cortejoso sacó lo que parecía un acta de las pruebas de actitud física de un examen de ingreso al Cuerpo de Policía, cosido con otros documentos. Lo estudió cuidadosamente.
Después de verlo se dirigió a su interlocutor sin saber muy bien que decir, - una aspirante con mala suerte, una lastima que no midiese un centímetro más.
-¿No te suena el nombre ni reconoce a la chica de la foto?
-Sara Navarro- leyó en voz alta, - francamente el nombre no me dice nada, y la foto… no sé qué decirle, ¿qué parece guapa?. Ahora ve al grano de una puta vez que no tengo toda la mañana.
-Es la mujer de Torres.
-¿El Oficial Torres?
-Si.
-La recuerdo, porque vino un día a buscarle en una motocicleta de gran cilindrada, una Yamaha R1 creo recordar, y también que causó una gran conmoción entre los compañeros de la puerta. Muchos pensaron que era una de las Oficialas que se acababan de incorporar, pero fuera de eso, no recuerdo mucho más.
-Es cierto, no está nada mal la chica…- dijo Álvarez dejando la frase en el aire.
-Ya, y además de andar en moto, y no ser aceptada en el Cuerpo por no dar la talla, qué tiene de especial esta mujer para que estemos hablando de ella en este momento, creo que además su matrimonio con Torres no está precisamente en su mejor momento, mira, ahora que me doy cuenta se más de ella de lo que pensaba...
Álvarez obvio el último comentario para proseguir con su objetivo. -Es Licenciada en Derecho y Economía…, cursó estudios de doctorado en Derecho Penal. Su tesis fue sobre blanqueo de capitales… y es directora de un banco.
-¡No me jodas! – exclamó estupefacto Cortejoso.
-Ya te dije que no todos los directores de Banco tenían barriga y bigote.
-Ya, y supongo que es uno de los ilustres miembros que propones para ese famoso equipo que te has sacado de la manga ¿Has hablado con Torres sobre ello?
-No.
-Pues te va a a inflar a hostias como poco, si por algún milagro esta loca idea tuya sale adelante, ya sabes lo celoso que es de su intimidad y de otras cosas...
-No importa, por lo que habla de su mujer, creo que ella sí que mataría por poder prestar su apoyo en un asunto como el que nos traemos entre manos, además…se de buena tinta que ella estaría por la labor de echarnos una mano. La conozco desde la Facultad…
-Perdona que te lo diga, pero creo que te estás metiendo en un terreno muy pantanoso, además puede que ella sí esté dispuesta a echarnos una mano, pero veremos que dicen los bancos cuando solicitemos su colaboración, por no pensar en los jueces.
-¿Qué tienen que ver los jueces con esto? – Replicó el Inspector con ironía.
-Marcos…no te digo nada que no sepas-, le advirtió con una mirada seria mientras extraía el contenido del segundo sobre. -¿Y esto?- le preguntó desconcertado, viendo un número atrasado de la Revista Fotogramas. Tenía una página señalada con un papel adhesivo amarillo. En ella había un reportaje sobre una superproducción americana que había causado furor en los meses anteriores. – ¿No pensarás contratar un actor también?
-A un actor no. Solo a los tipos que crearon a los personajes de animación que no podían encarnar actores. ¿Sabías que son españoles?
En el reportaje se incluía la foto de los creativos a los que se refería el Inspector.
-¿Les conoces también?- Se sorprendió el Comisario.
-De momento no, pero ya he pensado la manera de contactar con ellos, no será difícil.
-¡Hay que joderse! – dijo su superior revisando el resto de papeles que contenía el sobre.
Mientras, su perro continuaba correteando alegremente en busca de las piedras que le lanzaba Marcos ajeno a la conversación de los hombres.
Cortejoso se levantó y apoyó la pierna sobre el banco para apoyar la carpeta mientras abría el tercer sobre. Señal inequívoca de que se estaba impacientando, calculo Alvarez.
-¿Beltrán de Dios? - Dijo levantando la vista del expediente académico que tenía entres sus manos, - ¿dónde he oído yo este nombre antes?
-Fue premio Nacional de Ciencias el año pasado. Nadie sabe más que él sobre sustancias químicas y su procedencia. Es catedrático de la Universidad de Oviedo. Además de ser una eminencia, en el campo científico, es un tipo realmente excéntrico, lo suficiente como para querer poner sus conocimientos al servicio de la Policía.
-¿Y eso quién te lo ha dicho?
-La verdad es que él mismo me comentó algunas ideas. Le conocí en una cena en casa de un profesor que tuve de Derecho Romano en mi época de estudiante, con el que aun mantengo una excelente relación. También es algo especial, pero verdaderamente es un tipo cojonudo. Merece la pena perder el tiempo con él. Solo tenemos que avisarle cuando necesitemos de sus servicios
-Si tú lo dices…- le respondió con resignación. ¡Alazán!- llamó el comisario a su perro. – ¡Vamos a casa!
Después introdujo de nuevo los papeles que ojeaban en el sobre dando por zanjada la conversación.
- Alberto…, crees…
Él levantó su mano pidiendo un tiempo. Tenía que pensárselo y hacer unas llamadas antes de dar un si.
Enfilaron el camino de regreso, silenciosos, cada uno dando rienda suelta a sus propios pensamientos.
-Al menos no ha dicho no- se dijo el inspector cuando se despidieron en la playa.