LA ULTIMA PESETA
Llega un momento, en que nos hemos acostumbrado a echarle la culpa de las cosas a otros, y sobre todo, tendemos a aprovechar los genéricos como: la clase política, los empresarios, la banca o cualquier otro gremio que no haya que ponerle nombres ni apellidos, y así las responsabilidades quedan más diluidas.
Pero todo cambia, vamos, que si cambia, y lo que hace unos años parecía imposible, va y pasa, ya saben, lo de la tormenta perfecta…
El caso es que cada día, doy mil vueltas a la cabeza pensando, en cómo poder ayudar a la gente que se encuentra en peor situación que yo, por esta puñetera tormenta, y se me ocurren muchas cosas, sin embargo, cuando “rasco” un poco sobre la superficie del asunto, y veo como se ha conseguido dividir a la sociedad acabo quedandome hasta sin palabras y con un sabor amargo a impotencia.
El viernes, que era San Viernes, se ha convertido en “viernes 13”, en el que la carnicería nos llega desde los telediarios y la motosierra de Rajoy. Ya saben que hace mucho que me he negado a escuchar las noticias económicas, pero una sale a la calle, y sigue viendo carteles en los negocios de se vende o se alquila. Y hoy ¡pafff! Me dan el notición, el tendero de mi pueblo cierra. Y no cierra por el Iva, ni la subida de tramo de IRPF, ni por otro asunto parecido. Cierra porque quien le alquila lo que fue una inmunda cuadra que no valia ni para casa de ratones, después del gran esfuerzo que hizo Alberto, porque este tendero tiene nombre y apellidos, su mujer, sus hijos, y todos los que le apoyaron para que su pequeño negocio salga adelante, como decía, cierra, porque la buena señora que se lo alquila, no es capaz de mirar más alla de su sombra y ajustar el alquiler que le paga a los tiempos que corren. Porque una persona, que tenia una cuadra vacia por la que no sacaba ni un triste céntimo, ahora prefiere no ganar nada, a echar una mano para que nuestra querida tienda de ultramarinos pueda seguir dando servicio a sus vecinos. Muchos de los cuales, son personas mayores con dificultades para poder desplazarse a hacer sus compras. ¿Cómo es posible, que alguien que no necesita el dinero, ni supo sacar partido a lo que tenía, sea ahora capaz de echar abajo el negocio que supone el sustento de una familia, y el alivio para tantos olvidos díarios de los vecinos de mi pueblo? La tiendita a la que nuestros niños aun van en bici a por chuches, y donde está el tablón de anuncios, y... y...
Los políticos, si, en su mayoría no valen para mucho, pero que no exista solidaridad entre las gentes de a pie…tiene coña la cosa.
Yo hoy me siento fatal por no poder hacer nada, me he quedado en blanco ante tal despropósito, solo se me ocurre llamar a la solidaridad de mis vecinos, o de quienes acuden a estas páginas, para conseguir que, vamos a llamarla “Doña Tecla”, rectifique y eche una mano prestando un trozo de su paraguas, a quienes no lo tienen bajo esta tormenta. NO sé, quizá a ustedes se les ocurra algo…porque a mí, mi padre me enseño, que en los negocios, la última peseta, la gane otro. Ojalá pronto, les pueda contar buenas noticias, como decía mi buen amigo Fabián Estapé, les dejo esta reflexión, para que afilen su pensamiento.
Por cierto, la foto no es de un incendio, es un atardecer en Azadinos... y tanta belleza, me hace pensar que mientras no se eche el cartel de CERRADO, aun nos queda esperanza.
Feliz fin de semana.